sábado, 13 de junio de 2009

Anoche tuve un sueño

El viento no se ve, es invisible. Pero se siente. De la misma forma sentía las escuálidas sombras amarillas danzando a la luz de la luna, creciendo y encogiéndose una y otra y otra vez. Entre ellas se arrastraba un niño desnudo, tratando de limpiarlas sin conseguirlo. Era fácil ver que las sombras crecían desde el otro lado de una cerca, pero un letrero de "solo personal autorizado" no permitía que la puerta se abriese. Solo de vez en cuando entraba algún extraño cuerpo con cara pero sin cabeza, arrastrando sus lánguidos pies a través de la cerca. El niño, cansado y harto intentó saltar la cerca pero un largo brazo se estiró desde las sombras amenazando con un revolver entre los dedos. El niño, que había quedado pasmado, ahora sintió coraje y rencor, y al tratar de atravesar con mas ahinco, recibió un disparo en el pecho, quedando desorientado y confundido. Hubieron miradas que no se hicieron esperar, algunas desdeñando al niño, otras compadeciéndolo, todas ellas con el mismo gesto. Con cada paso que daba hacia el oriente chorreaba sueños e ideas de su pecho, porque los sueños y las ideas eran lo que lo hacia sentirse vivo. Cuando su pobre calor se disipó, se sentó melancólico recargándose en una piedra. No había pasado más de un minuto cuando llego una ambulancia, que al abrir sus puertas traseras liberó un carnaval, una larga fila de vagabundos bailando una samba luctuosa, efímera, la cual suave y tranquila, pasó de mano en mano a l niño, cargándolo como a un héroe, cantando canciones de su vida y muerte. Fue entonces cuando ante los ojos de todos el sol retrocedió al ocaso, desde el poniente al oriente, arrastrado por la mano del hombre, arrastrado por la culpa, culpado por la incompatible naturaleza del ser humano.

1 comentario:

  1. No mams,la mejor parte es el final, chido ver que sigues este blog

    ResponderEliminar